11/05/07

Sólo el comienzo

Comienzo en todos los sentidos. Aunque soy de la era digital, también soy un heredero de la antigua era del pegamento de moco. Los egresados de hace diez años o más lo podrán entender, pero ¡hey! no empiecen a echar cuentas... El caso es que éste es el primer blog en el que me involucro.
Aprovecho para darte la bienvenida a este espacio creado por Oxígeno. Estamos innovando continuamente para mantenernos al día no sólo con la tecnología, sino en las tendencias de comunicación.
Uno de los objetivos de este espacio es el compartir ideas, por parte del equipo de la agencia, que ayuden a mejorar no sólo nuestro quehacer como publicistas, comunicadores o diseñadores, sino como miembros de este hermoso país que es México, aún más de nuestra grandiosa ciudad de Monterrey. Estas ideas forman parte de nuestro espacio de los viernes, o de cada uno de los integrantes de oxígeno, donde surgen cosas muy interesantes que seguramente todos podemos enriquecer.
Bienvenido nuevamente, gracias y seguimos en contacto.

Gustavo Fernández,
Director General
Oxígeno Buró Creativo

Publicidad radical: un reto al mundo que conocemos.

Ser innovadores en el campo de la comunicación publicitaria es una tarea pesada. El nivel de competencia entre los oferentes -ahora global- hace que esté constante y sistemáticamente explotando todas las formas (códigos y medios) de expresión. Es un requisito, sin embargo: conforme los atributos de los bienes y productos se vuelven iguales o equivalentes, la única forma de posicionarse en el mercado es a través de la distinción. Y ese es precisamente el reto.

Como en otras áreas de la vida humana, los discursos y valores tradicionales de la publicidad están agotados: ya no significan nada para el público, especialmente porque la publicidad tiene el estigma de ser engañosa y parcial. Se exige, por tanto, ser radicales: sólo lo que es distinto desde su planteamiento puede parecernos original hoy en día. Necesitamos detectar paradigmas para destruirlos y reemplazarlos con nuevas formas de comprender al mundo.

Un ejemplo muy notorio de un cambio de paradigma en la comunicación publicitaria es la campaña de Belleza Real de Dove. Se trata de una estrategia de ventas que incluye un cambio de imagen, el establecimiento de una comunicación con clientes y clientes potenciales a través de Internet así como varios productos culturales como anuncios o la realización de un documental. Esta inversión, aparentemente desmedida, tenía una justificación: estaban a punto de cambiar el canon de belleza establecido en occidente desde hacía más de un siglo.

Hace algunos meses, Dove llamó la atención con sus anuncios y panorámicos en los que aparecían, en lugar de delgadas modelos con belleza exótica, mujeres de complexión media y rasgos ordinarios (para el estándar norteamericano) luciendo ropa interior de algodón blanca. Lo destacado de estos anuncios era la actitud de las mujeres: mostraban su cuerpo con naturalidad y confianza. Eran sus sonrisas, su satisfacción consigo mismas lo que las hacía lucir atractivas. El mensaje, desde luego, cautivó al público femenino, lo cual se vio reflejado en un aumento de ventas para Dove y un mejor posicionamiento en el mercado.
La campaña Dove continúa desarrollándose sobre el nuevo camino trazado a partir de haber llegado a la raíz de su problema: qué significa ser bella para una mujer. Determinó que cada una tiene su propio ideal estético en relación a la constitución de su cuerpo e, incluso, de su personalidad.

Lo más sorprendente de esta campaña es su propuesta ideológica:
"Durante demasiado tiempo, la belleza ha sido definida por cánones y estereotipos agobiantes y restrictivos. Nos habéis dicho que ha llegado el momento de cambiar todo esto. Y estamos de acuerdo."


Al abogar por un estándar de belleza tolerante y abierto a la diversidad de formas tallas y edades llega a poner en duda (aunque no a profundidad) incluso el orden mundial y la mismísima dinámica del consumo. Inventa y sostiene un nuevo discurso que es congruente en sí mismo. Queda la sensación de que no nada más una estrategia de venta sino también -alguien podría verlo así- una reivindicación de la diversidad de la figura femenina frente al estereotipo de belleza creado e impuesto en un sistema dominado por el hombre occidental.

Revolucionaria dentro de lo establecido: quizá no para cambiar el status quo sino para preservarlo ante el desmoronamiento de los discursos, la comunicación publicitaria debe, hoy en día, ser radical para poder encontrar originalidad y distinción. Este fenómeno es tal que trasciende el mundo del consumo; ante una incesante producción de mensajes y significados y la competencia que se libra ahora más que nunca, a nivel global, las empresas y marcas funcionan como forjadores de nuevos relatos que inciden en la dinámica del consumo.

La importancia de determinar el objetivo-función de una publicidad

No se necesita ser un profesional de la comunicación publicitaria para darse cuenta de que algunos anuncios (campañas enteras) son malos. Vemos slogans e imágenes tan gastadas ya, que uno piensa que esa publicidad caducó incluso antes de exhibirse. O puede que se trate de mensajes de tan mal gusto que uno se pregunta si de verdad existirá un público meta al que le interese. Sin embargo, alguien pagó por esos anuncios, de lo que se desprende esta idea: quizá algunos publicistas sólo son buenos para vender sus propios servicios a los anunciantes, pero no los productos o servicios de estos anunciantes a la gente que los necesita.

En su artículo ¿Por qué falla a veces la publicidad?*, Marcelo Da Cunha plantea que uno de los principales motivos por los cuales una inversión en publicidad no da los resultados esperados es que desde un principio no se tiene claro cuál es el objetivo de esa publicidad. Muchas empresas plantean como objetivo "elevar las ventas", pero esto es tan general que es como no decir nada. Para saber qué tan específico se puede ser al plantear el objetivo de una publicidad, pensemos en las funciones que ésta pude cumplir. Por ejemplo:

• anunciar un nuevo producto en el mercado (lanzamiento);
• informar al cliente cómo debe usarse un producto o servicio (educativa o ilustrativa);
• dar a conocer los lugares en los que puede localizarse este producto o servicio (apoyar la distribución);
• dar a conocer promociones, ofertas, etc. que estarán vigentes durante determinada fecha; entre otras.


En cuanto hay un contrato de por medio, si no se tiene un objetivo específico, las malas agencias harán una propuesta demasiado espectacular como para rechazarse o, bien, demasiado convencional (poco arriesgada) como para cuestionarse. Las buenas agencias, en cambio, querrán saber más acerca de la empresa, los productos y servicios que ofrece; conocer los puntos de distribución, la posición en que se encuentra dentro del mercado, etc.

Pero aún las agencias de publicidad más especializadas no pueden por sí mismas saber cabalmente qué es lo que sus clientes necesitan. Son las empresas las que deben determinar el objetivo-función de una publicidad o campaña publicitaria de acuerdo con sus necesidades específicas. Por ello es muy importante que la empresa proporcione toda la información posible a la agencia, al momento de elaborar el Brief o durante la primera junta de trabajo.

Juntos, la agencia y la empresa anunciante podrán llegar a determinar el objetivo-función a perseguir con una campaña publicitaria. Así, más allá del típico "elevar las ventas" se puede llegar a determinar como objetivo:
• Informar a los clientes potenciales de la zona metropolitana de Monterrey que mi producto, a diferencia de otros sustitutos, está hecho a partir de una investigación, cuenta con la mejor tecnología y tiene resultados comprobables.
• Anunciar la disponibilidad y accesibilidad del servicio de mi empresa a los habitantes de los municipios de Nuevo León.
• Difundir entre los empleados que trabajan en la zona metropolitana de Monterrey la ubicación de los diferentes locales de mi restaurante y que lo consideren la opción más atractiva y cercana para ir a la hora de la comida.
• Convencer a nuestros clientes de que el uso de nuestro producto tendrá un mayor rendimiento si lo consumen de forma cotidiana.
• Anunciar un descuento en todos los productos de la tienda durante la última semana de noviembre y convencerlos de que es una oportunidad irrepetible para comprar algunos productos muy costosos.
• Contrarrestar el impacto de la reciente campaña publicitaria de mi competencia directa destacando por qué, a pesar de todos sus atributos, nuestra empresa es aún mejor.


A partir de ello se puede determinar quién es el destinatario del mensaje y, por consiguiente, cuál es el lenguaje apropiado a utilizar. Se determina también cuál es el tono correcto a emplear en función, cuál es la mejor manera de abordar al público meta. También nos ayuda a saber cuál es el medio correcto: ¿la televisión, el periódico, la calle?

La agencia de publicidad no puede "inventar" el mensaje. Éste tiene que surgir a partir de la realidad de la empresa y su relación con los clientes y el mercado. La publicidad se encarga de llevar ese mensaje por la vía correcta al destinatario correcto, de modo que lo reciba como se espera. Recordando al filósofo Sartre, al referirse a las artes: "lo por decir determina la forma en que se dice"; de la misma manera una campaña publicitaria eficiente sólo puede determinarse a partir de lo que se quiere comunicar. O tal vez más directo, con la famosa frase acuñada por Marshall McLuhan: "El medio es el mensaje".

*Da Cunha, Marcelo: ¿Por qué a veces no funciona la publicidad? Disponible en Webtaller.com

04/05/07

No más publicidad-contaminante

En Monterrey, como en otras ciudades del mundo, es normal encontrar en la calle elementos publicitarios que podrían catalogarse como publicidad-contaminante. Son elementos que no sólo parecen haber fallado en lograr su propósito comercial, sino que afean la ciudad, saturan el espacio público y algunos llegan a ser tan invasivos que saturan también la mente de los ciudadanos.

Es interesante preguntarse de dónde viene este tipo de publicidad contaminante. Por ejemplo, ¿a quién se le ocurrió la grandiosa idea de que un par de bocinas con música a todo volumen va a atraer a la gente a negocios en donde la experiencia de compra es imposible asociarla con fiesta o algarabía? Nos referimos a negocios como farmacias y casas de empeño, lugares que dudosamente se visitan por placer o recreación y que, sin embargo, han optado por esta estrategia para atraer a más público. Podríamos citar este como un ejemplo de publicidad que peca tanto de no funcional como de contaminante.

Pero, estrictamente hablando, todo producto publicitario que no se coloque en el medio indicado puede caer en esa categoría, aún si se trata de un diseño elaborado por el mejor artista visual. No sólo el espacio público está saturado de mensajes. Los mismos discursos parecen estar agotándose. También los contra-discursos. Mientras Coca Cola y Pepsi se pelean por ver quién ostenta el valor humano más entrañable -como estrategia de mercado- los publicistas deberíamos poner nuestra creatividad y talento al servicio de un quehacer publicitario que funcione eficientemente y en armonía con el espacio público.

Desde esta postura, nos gustaría reflexionar sobre dos valores que, a nuestro parecer, deben estar implícitos en toda estrategia publicitaria hoy en día: la identificación y la pertinencia.

Identificación
De los anuncios que vemos día con día en la calle o la televisión, ¿cuántos verdaderamente nos incumben? ¿Cuántos están ahí y no llegan a significar nunca algo para nosotros? El problema de la publicidad inefectiva es que crea una resistencia a los mensajes comerciales. Acostumbrados a que nos llamen la atención sobre asuntos que finalmente no nos toca atender, apartamos la vista de los panorámicos, pósteres, anuncio de TV, etc. Muchos publicistas, desafortunadamente, buscan vencer esta resistencia con una mayor cantidad de mensajes o abarcando un mayor espacio. Ambas medidas tienen por efecto la saturación, como ya decíamos, del espacio público y de la mente de las personas.

Parece que es momento de abandonar la idea de comunicación masiva. Dirigirse a 40 personas para ser escuchados por ocho. Surge la necesidad de identificarse con el público meta, conocerlo hasta saber qué lenguaje secreto habla. Como en las familias unidas o en los grupos cerrados en los que un gesto o una palabra se emplea para denotar un significado mayor, incluso muy complejo.

Imaginemos una fiesta donde todo mundo alza la voz tratando de impresionar a los demás, de atraer su atención. Ni todas las habilidades discursivas pueden competir contra una mirada, una sonrisa entre dos personas que se ven a uno y otro extremo de la sala y reconocen cada uno en el otro algo que los identifica. Una publicidad efectiva debe ser ineludible para el público al que se dirige , y hacer lo posible por pasar inadvertida ante los demás.

Pertinencia
La pertinencia se refiere al respeto por el espacio público, incluyendo algo muy importante: los tiempos. Debemos reconocer que los seres humanos no vivimos para el mercado; no somos exclusivamente consumidores y antes que decidir cuál marca de jeans queremos usar, todos los días nos enfrentamos a decisiones verdaderamente trascendentes que determinarán nuestro futuro inmediato y el de largo plazo.

Aún si se trata de algo que nos concierne, un mensaje publicitario puesto en una situación inoportuna puede generar en nosotros un rechazo automático hacia la marca que se anuncia. Por ejemplo, voy en un autobús por la carretera y es de noche. Cuando todos quisieran aprovechar y dormirse para hacer el viaje más corto, aparecen en las pantallas del autobús una serie de comerciales de la propia línea; ¡como si no fuéramos ya montados en ella! De tener opciones, ¿volvería a subirme al autobús en donde dormir es imposible? Y los que se anuncian en ese tipo de servicio, ¿merecen nuestra preferencia si son tan desconsiderados como para invadir nuestra experiencia del viaje? ¿Esta persecución de los anunciantes por los consumidores, no invade a veces nuestra libertad? En beneficio de las propias empresas anunciantes, los publicistas debemos reflexionar si nuestra actividad no está afectando la calidad de vida de la gente, especialmente la del público al que pretendemos dirigirnos.

Podemos quebrarnos la cabeza buscando la originalidad en una imagen, un slogan. Pero también podemos invertir nuestro potencial en desarrollar nuevas y mejores formas de comunicación que no sólo sean más efectivas al transmitir el mensaje al público correcto, sino que contribuyan a construir y preservar la buena imagen de los anunciantes como actores sociales que respetan el espacio público y sus tiempos. En la época que viene, buscar este tipo de estrategias puede ser mejor valorado por el público que otras "hazañas" publicitarias